Sábado 21 de julio de 2018
Desayunamos en el apartamento y devolvemos las llaves a la simpática dueña. Nos dirigimos al muelle de Split a localizar al barco que nos llevara a Trogir. Tras una complicada búsqueda encontramos la embarcación.
El trayecto dura una hora en la que disfrutamos de la costa de Split y de la esplendorosa llegada a Trogir, una preciosa ciudad congelada en el tiempo.
Tomamos unos cafés y buscamos nuestro apartamento por la laberíntica Trogir.
Nos espera una amiga de la dueña que nos permite quedarnos en el apartamento aunque la entrada está prevista para las 14:00.
El apartamento es chiquitito pero tiene de todo. Además da a una plaza preciosa y bulliciosa con al menos tres bares con terraza.
Visitamos la maravillosa catedral y recorremos Trogir.
Comemos en un restaurante muy fino de nombre impronunciable Trg. La comida está bien aunque algo más cara que la media.
De vuelta al apartamento y tras descansar un rato nos separamos: Serge a la playa y Emili recorre algunos monumentos de la ciudad.
Nos reencontramos en un bar de la segunda isla (Trogir es una pequeña isla unida al continente por un pequeño puente por un lado y a otra isla con otro puente por el otro lado) donde tomamos cervezas enormes.
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