De vuelta por los Balcanes 2018: Entre Trieste y Rijeka

Sábado 14 de julio de 2018

Nos levantamos y tomamos el desayuno proporcionado por el albergue. Salimos a visitar Trieste, compramos los billetes del trayecto a Rijeka, y tomamos café. A pesar del sol, la ciudad sigue pareciéndonos un poco triste. Después de leer un poco sobre su historia, no es de extrañar: una ciudad que sufrió varias ocupaciones, dividida por la mitad con todo lo que supone de traumático para sus habitantes cuya identidad se vio maltratada durante décadas no puede no dejar heridas.

Visitamos su castillo, su catedral bajo un sol de plomo pero nos reconciliamos con la humanidad disfrutando de la excelente comida del “Buffet Clai”. Soberbia!!!

Regresamos al albergue a recoger las mochilas y cogemos la guagua para Rijeka después de tomarnos un par de grappas.

En la estación de guaguas tenemos una bronca con el chofer que nos quiere cobrar 2 euros por cada mochila. Lo hace con razón porque lo pone en el billete, pero qué formas de decir las cosas! Así nos damos cuenta poco a poco del carácter de los croatas.

Dentro de la guagua, por fin Serge recibe noticias, no muy buenas, de sus padres gracias a Evelyne, su hermana.

Llegamos a Rijeka, y con las mochilas nos dirigimos hacia el apartamento que hemos reservado. Esperamos 15 minutos a que lleguen los dueños para ver al final que acertamos a la hora de elegirlo. Limpio, espacioso y además los dueños pusieron un montón de fruta para desayunar.

Salimos a visitar la ciudad, tomamos unas cervezas y observamos lo que les afecta la final del mundial del día siguiente.

Rijeka es una ciudad muy dinámica y agradable. Elegimos un lugar para cenar propuesto por el TripAdvisor. Aunque nos cuesta encontrarlo nos encántala la comida. El restaurante se llama Konova Nebuloza y es bueno y barato, 25€ los dos por un par de platos de pasta con vino.

Salimos a tomar cafés y raquis y nos vamos a dormir.